El oleaje de brazos incansables se arremolinó al centro de la arena de Churubusco con los acordes rasposos e intensos surgidos de guitarras, batería y sintetizadores, aderezados por las descargas guturales de Till Lindemann y fundidos por el fuego intenso que enmarcó una espectacular presentación.
Una introducción acompañada de gritos y música, seguida de los acordes de "Rammlied y de "B********", mostraron de inmediato que Lindemann y compañía venían a destrozar tímpanos y a entregarse con todo a sus fervientes fans.
Un "¡hola cabrones!", surgido desde un oscuro escenario, fue el arranque para escuchar en cascada temas de su más reciente producción "Liebe ist für alle da", todo en medio de intensas llamaradas y pirotecnia que acentuaron mucho más los acordes desplegados por Richard Z. Kruspe, Oliver Riedel, Christoph Schneider, Paul Landers y Flake Lorenz.
Rammstein, pese a que no trajo consigo toda la parafernalia que ocupa en sus presentaciones europeas, ya que para trasladarla se requeriría de un barco, demostró su potencia y su dominio del escenario, sólo con una escenografía que imitaba una fábrica y recursos pirotécnicos constantes y una cascada intermitente de luces que incrementó aún más la fuerza de las interpretaciones.
Un punto que cabe destacar es que el ingeniero de sonido le encontró la cuadratura acústica al Palacio y por ello no hubo los rebotes característicos que se producen en casos como el de la música estruendosa generada por esta agrupación, que lleva en su haber ocho producciones discográficas.
En la interpretación de "Frühling in Paris", en la cual el vocalista no sólo atenuó sus gritos guturales y su andar marcial, sino que incluso una muñeca de cuerda bailó al centro del escenario subiendo y bajando al ritmo de la música sus brazos, mientras giraba sobre su propio eje, sin pudor alguno.
Pero esto sólo fue un preámbulo, el aperitivo para que los presentes asistieran a la preparación de la cena.
Así, a las 21:30 horas hizo su aparición Till Lindemann portando un enorme gorro de cocinero y un mandil, blancos ambos, pero totalmente ensangrentados, y empujando un enorme perol hirviendo, el cual colocó al centro del escenario.
Una nueva andanada de temas se dejaron oír de manera continua, destacando los éxitos "Du riechst so gut", "Benzin", "Links 2-3-4", "Du hast" y "Pussy y Sonne", que marcaron el supuesto cierre de la presentación de los alemanes con una intensa pirotecnia.
De nuevo el escenario se oscureció. Pasaron un par de minutos en los que el público gritó constantemente el nombre de la banda. Desde la penumbra, Lindemann soltó: "Señoras y señores, ¿quieren puta?, ¿quieren puta?, ¿quieren oír puta?.
Sin más, y con el estilo seco de los alemanes, el vocalista dio por terminado el recital con un simple "¡Viva México, cabrones! ¡Muchas gracias!".
A la vez, junto con el resto del grupo, se arrodilló para agradecer a sus fanáticos, mientras de fondo se escuchó música de piano, para acompañar la salida de la banda y de los asistentes al Palacio de los Deportes
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